Hemos jugado con el cabello tupido de la noche
con las alegres lámparas de aceite,
con el pasto encendido en noviembre.
Las aves erguían su vuelo
y los colores de nuestra tristeza palidecían…
mis manos duras y torpes,
mis ojos de gallo,
mi alegría rápida… Todo fue muriendo
como lo hacen en las praderas.
¡haz aniquilado el aire!
y tu marcha de procesión devastó el nido
y el viento se embriagaba
en la fiesta de atardeceres
y no podía ni causar remolinos.
Tu cuerpo rompía todo los cristales,
entrabas furiosa
a cambiar estaciones
¡y mi cuerpo socavo soportaba
al demonio, que
quieto miraba mi posición de invierno!.
Y el contrapunto…y el combustible de granizo…
que opacaban lento la tristeza infinita
mato a los relojes mientras pasaban estaciones de cuerpo, tierra húmeda y polvo fino
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